En este espacio se pretende mostrar dos corrientes artísticas: el realismo social y el realismo mágico. Se realizó una cronología en la que se presentan los principales acontecimientos de cada vanguardia y los artistas más reconocidos de estas, así como obras más representativas de cada exponente. Estos movimientos se contextualizan con eventos del mundo y con la situación artística que estaba atravesando México en ese entonces para poder tener una visión mucho más amplia de dichas vanguardias y de su razón de ser.
Elegí estos temas porque me parecieron muy interesantes desde el principio. Debo confesar que primero me decidí por el realismo mágico debido a que es una de mis corrientes literarias favoritas así que asumí que en lo referente a las artes plásticas también sería sumamente interesante y que sería algo que disfrutaría investigar. Luego, busqué otra corriente que tuviera alguna relación con el realismo mágico y me topé con el realismo social. Y, ¿qué mejor combinación? Lo real visto desde dos maneras opuestas y a la vez muy similares.
El realismo social propone una visión explícita de la vida. Las cosas son representadas de manera que incomoden a la audiencia, que la hagan reflexionar y cuestionarse acerca del entorno; se trata de una realidad cruda. Por otro lado, el realismo mágico también da una visión acerca de las cosas que remite a temas considerados como tabúes por la sociedad. Es en esta tendencia que la realidad se disfraza de fantasía para crear un ambiente que fusiona lo imposible con lo real.
Realizando este trabajo me pude percatar de lo delgadas que son las líneas que determinan donde empieza una corriente artística y donde termina. Me perdí entre lo real y lo irreal en diversas ocasiones solo para darme cuenta de lo brillantes que fueron los artistas de estos movimientos. Temas incómodos en el comedor de una familia burguesa, realidades imposibles en inmensas salas de museos, lo que nadie creía posible está sucediendo. Arte no es necesariamente un sinónimo de belleza, de estética y delicadeza. Para los artistas del realismo social y del realismo mágico, el arte es más bien una necesidad comunicativa, el arte expresa, el arte causa emociones, el arte cambia la mentalidad de la sociedad, el arte va mucho más allá de un óleo sobre lienzo.
Otra cosa de la cual me pude dar cuenta a lo largo de esta investigación es del papel importantísimo que ejercen los mediadores en el mundo del arte. Claro, ya lo habíamos visto en la primera parte teórica del curso Expresión y Representación. Pero al momento de ponerme en contacto (virtual) con las obras y sus valoraciones es que en verdad aprecié la labor de estos sujetos. Sin la aprobación de un reconocido crítico del arte, la obra de Magritte no habría sido lo que fue en su época; quizá a penas la estaríamos reconsiderando como arte, pero no lo sé.
Si algo pude notar fue que en un principio ambas corrientes fueron rechazadas tanto por los círculos de producción artística como por los consumidores. Y es que simplemente no se parecían nada a lo que estaba previamente establecido. Pero ese era todo el propósito de estos realismos. Diferir, desencajar, sobresalir y sobre todo: conmocionar. Y lo consiguieron, causaron un impacto en sociedades en las que parecía que nada nunca cambiaría, que la gente jamás reaccionaría ante lo que estaba sucediendo.
El contexto tiene todo que ver con ambos movimientos artísticos. Sin una depresión económica el realismo social no existiría puesto que no habría desempleo, no habría clase media, ni baja... Y sin una revolución sexual, ¿se puede hablar de mujeres artistas representando su propia realidad? Yo considero que no. El contexto en el que vivieron los artistas y en el que se situaron los movimientos es completamente determinante para el resultado que se tiene así como para las temáticas empleadas.